Cuenta la leyenda que, en la antigüedad, los humanos temerosos de demonios y fuerzas malignas que reinaban en la oscuridad, pidieron ayuda a la Madre Tierra para que los protegiera.
Así nació, primero la Luna y después el Sol. Estos astros luminosos alejaron a brujas y demonios sólo durante un tiempo, hasta que se acostumbraron a su luz y su presencia.
Así que la Madre Tierra accedió a una última petición de los humanos y creó el Eguzkilore, la flor del Sol, tan poderosa que aún hoy preside las puertas de acceso de caseríos y hogares en todo el País Vasco protegiendo a sus habitantes de todos los malos espíritu, monstruos y demonios que acechan en la oscuridad.